Después del 2022 con las guerras, los efectos económicos mundiales del Covid, el planeta inúndandose y quemándose, líderes políticos loquillos e influencers que dan más miedo que pena, yo ya andaba en mood de “¡ahí te encargo a la humanidad en el 2023 Diosito!”
Suponiendo que sigamos vivos y cuerdos, toca entonces dibujar algunos objetivos y planes. Aunque no soy la persona que ve al año como un “libro nuevo” en el que “todas las páginas están en blanco”, sí me gusta hacer cortes de caja, revisar qué ando haciendo con mi vida y cómo en qué quisiera enfocarme próximamente.
Cuando era niña escribía la lista en un papel con plumas de colores, lo doblaba bien y lo guardaba en mi cajón de los calcetines; lo triste es que ni siquiera teniéndolos tan a la mano los cumplía. En parte por eso hoy solo me concentro en tener claros algunos objetivos muy concretos y logrables, ya sabes, que no impliquen volver a nacer. Un ejemplo: “ser constante con el cuidado de mi salud.” El qué hacer para conseguirlo lo tengo claro, no requiero escribirlo.
Pero para planes el humano es un iluso experto
¿A poco no? Porque ¿qué hay de lo que Diosito, el universo, las coincidencias, los ángeles, tu terapeuta o en lo que sea que creas, te pone en frente?
Si bien es cierto que esos cortes de caja podrían ser perfectos para ir evaluando nuestra evolución o madurez, hay cosas que nos suceden continuamente que también traen su buena dosis de “área de oportunidad”. ¿Lo has notado?
Me refiero a ciertos patrones que en distintos tiempos y escenarios se nos presentan, una y otra vez. Están por ejemplo las personas con relaciones tóxicas, o algunos más como yo que a cada rato me veo en situaciones en las que si no soy paciente, no la libro (¿te acuerdas del temita de la visa de trabajo que tardó un año en llegar? tocó ser paciente).
Así que este año en mi corte de caja decidí ver más allá de mis narices. En gran parte harta por ver el mismo problema en tanto asunto, me tocó admitir humildemente que había un aprendizaje que estaba evadiendo. Fue entonces que incluí en mi “listita” de objetivos del 2023 a la maldita paciencia. Quiero abrazarla de manera honesta y convertirme en su bestie. Amén.
Creo que algo que me conflictuaba es que tenía la idea de que paciencia era sinónimo de quedarse quiet@, y pues no. No sé si exista el término pero yo lo bauticé como “paciencia activa”; es decir, puedo tener paciencia en que algo se trabaje solito y esperar su tiempo, e igual puedo crear otras mil más en el ínter. Y eso sí que me motiva.
Aún no tengo mucha experiencia, soy nueva, estoy descubriéndolo pero asumo (espero) que para finales de año ya seré una máster. ¡¡Amén y más amén!!
Hasta aquí mi reporte con “lo novedoso del año nuevo”; un objetivo que no salió de mí, pero era para mí… Hasta suena raro.
En fin, ¿alguna otra idea saludable y/o útil que incorporar?