Covid y sexo. Tan parecidos.

Mientras más dura la pandemia, más pienso que deberíamos ser educados al respecto como si estuviéramos en secundaria y nos dieran la clase de educación sexual. Sólo que ojalá no nos comportáramos como adolescentes y nos valiera gorro lo que dice la maestra.

Después de tantos meses de vivir así, obvio nos sentimos cansados, hartos de no poder hacer nuestras actividades normales; por lo tanto, hasta cierto punto era de esperarse que la desesperación y la calentura llevaran a algunos a hacer cosas “no recomendables”.

“Ya andábamos ahí y pues una cosa llevó a la otra, pero por una vez no me voy a embarazar.”
“No usé condón, pero ¡ni que me fuera a contagiar de algo como SIDA!”

Sustituye embarazo por contagio, condón por cubrebocas y SIDA por Covid. ¡Voilá! Bebés y covidosos por todos lados.

Obvio con esto no estoy diciendo que los jóvenes no deberían tener sexo (aunque quisiéramos no podríamos evitarlo y además, eso es decisión de cada quien). Sin embargo, tanto el sexo como el Covid, requieren que conozcamos las reglas del juego, las consecuencias cuando se toma a la ligera, etc.

“Voy a visitar a mi mamá en navidad, porque pues es navidad, ¡ni modo que no la vea!”
“Los cubrebocas no me dejan respirar bien, mejor no los uso.”

¿Neta? Echémosle la mano aunque sea tantito a las estadísticas. Nada más con cuidar esos detalles las probabilidades de contagios bajan.

A veces siento que las autoridades nos hablan justo como los padres o maestros a los chamacos; “por favor evita salir”, “ponte esto para que no te contagies o no contagies”. Hay países que incluso hasta castigan a la gente si sale “a jugar” cuando tiene que estar en casa. Es como si eso fuera una muestra de que saben que su población no es tan madura como para “portarse bien” sólo con recomendaciones.

Además, después de tantos meses el encierro ya no se digiere igual. A las dos semanas es novedad y hasta divertido; pero ahorita ya te quieres morir, más sabiendo que vendrían todas las reuniones de fin de año. Es justo como cuando alguien no ha tenido sexo en un muy buen rato. No tengo que explicártelo más, jaja.

Hoy en día constantemente escucho a mis amigos decir cosas como: “A fue a cenar a casa de B con C y D también. ¡Mira la foto! A pensó que B, C y D no estaban viendo a nadie más, pero B había ido con Z unos días antes, ni siquiera usó cubrebocas y se infectó”.

Pobre A. Jamás pensó que B lo traicionaría. Como duele que te pongan el cuerno y sobre todo, sentir el hoyo en la panza temiendo estar contagiado.

Cada vez que escucho estas historias me da vueltas en la cabeza lo parecido que son ambos juegos (el sexo y la pandemia). Y aunque hay otros mil factores que también marcan una diferencia en las mentadas olas de contagio, al final el virus ataca a los individuos, y sólo lo que a nivel individual hagamos puede terminar con las fronteras cerradas, las navidades aburridas, las crisis económicas, etc. Tomárselo en serio, sin dejar que las “hormonas” decidan por nosotros. Nada sencillo.

Me parece que si tratáramos de calcular la edad o el nivel de madurez de una sociedad a partir de su comportamiento en una situación delicada como ésta, muy pocas serían consideradas “adultos”.

Tristemente creo que la mayoría de las sociedades o de los países calificarían como “adolescentes”. Al final, el reto más duro no estuvo en las primeras semanas de la pandemia, lo importante es ahora, nuestra reacción ante el problema ya que estamos cansados, aburridos, enojados, frustrados, con problemas económicos, y tal vez hasta con relaciones familiares desgastadas, etc. ¡Vaya prueba que ojalá nos acerque más a ser adultos responsables!


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