Recuentos de los acontecimientos que marcaron el 2019 ya los hicieron todos los medios, y más o menos resaltan los mismos hechos:
El impeachment a Donald Trump, los incendios por todos lados (la Amazonia, África, Canadá, Australia, Notre Dame, etc.), el Brexit, las revueltas sociales en muchos países (Chile, Colombia, Puerto Rico, Haití, Honduras, Ecuador, Brasil, México, Bolivia, Francia, Hong Kong, etc.), y los jóvenes que ya están cansados de las acciones que dañan al planeta y a la humanidad (Greta Thunberg y su movimiento mundial Fridays for Future).
PROTESTAS por aquí, por allá y más allá…
Si lees al menos los encabezados de las noticias, seguramente habrás notado que todos los días del 2019 había algo refrente a alguna protesta. Motivos varios, puntos de vista varios, mecanismos para protestar y acciones para intentar acallarlos, también varios.
Tal vez el estar al menos medianamente enterada de esas cuestiones, en lo personal, me llevó a sentirme rara cuando alguien decía “Feliz Año”. Al escucharlo automáticamente pensaba:
“Todo alrededor está en un punto crítico, por lo tanto creo que alcanzar la felicidad se complica por ahora.”
Si vivimos encerrados en nuestro micro mundo, la felicidad suele llegar cuando las cosas van bien en nuestro empleo, nuestra casa, nuestras vacaciones, nuestros estudios, nuestras finanzas, nuestra salud, nuestra familia, nuestro, nuestro, nuestro, ¡NUESTRO!
Lo más irónico es que creemos que lo malo o lo que nos aleja de nuestros objetivos, viene de fuera o es por culpa de alguien más, sin darnos cuenta que ellos simplemente están enfocados en lo mismo que nosotros y actúan de la misma manera: por y para su beneficio personal.
Entonces, tal vez es momento de replantear el significado del término FELICIDAD, porque así como la entendemos, la de uno estorba la del otro y… ¡Caos!
Lo malo es que llevamos ya un buen rato viviendo en ese caos y por lo tanto estamos hartos.
Hartos de:
-No poder vivir tranquilos.
-Trabajar y que no sea suficiente para cumplir nuestros objetivos.
-No ser escuchados o tomados en cuenta.
-Ver amenazado nuestro futuro en el planeta.
-Estudiar y que el empleo se lo den al conocido del dueño que no estudió.
-(Y aquí agrega el motivo con el que te identifiques que no haya mencionado.)
Hmmm… Después de todo, no sorprenden tantas protestas. Razones hay, buenos deseos sobran y determinación al parecer también. ¿Pero será suficiente?
No dudo que sea un excelente comienzo porque crea consciencia, sensibiliza, hace que nos enteremos de lo que está sucediendo en otras sociedades y nos demos cuenta que sufrimos problemas similares.
El problema sería que esto se quedara ahí, y que nos encerráramos nuevamente en nuestro micro mundo.
Si seguimos creyendo que los demás tienen que hacer algo para que nosotros seamos felices, esperaremos toda una vida y la situación no va a cambiar, justo porque ellos piensan igual.
Si no nos importamos y ACTUAMOS también para el bienestar del que no conocemos, a este planeta se lo va a seguir llevando la Sra. Ch. Lo que me preocupa es que estamos tan acostumbrados a esa forma egoista de conducirnos, que ya ni siquiera la notamos.

CONGRUENCIA, no puedes pedir lo que no estás dando. Tal parece que la falta de ese ingrediente está haciendo más grande el caos actual.
Por lo tanto, en este inicio de año NO te deseo un “Feliz 2020”. Te (y me) deseo un “Congruente 2020”. Tal vez así nos acerquemos verdaderamente a la felicidad y el bien común.
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