¿Quieres o necesitas algo?… Fácil, tómalo, úsalo y tíralo.
A eso nos enseñaron, así que seguimos ese proceso con nuestro café de Starbucks, con la botella de shampoo o aún peor, con las personas.
Afortunadamente por todos lados ya se habla del daño que los desechables ocasionan al medio ambiente. Las personas ya somos conscientes de que los plásticos que botamos hoy, más tarde regresan en nuestra comida… Suena a broma de la naturaleza pero lamentablemente es cierto, cada día comemos varias partículas de plástico por culpa de este hábito.
Ahora, además del tremendo problema ambiental, hay algo igual de feo que de una u otra manera está ligado a esa misma costumbre de pensar que todo tiene una vida útil y después se convierte en basura.
“Ya no te amo, por favor vete al basurero.”
“La compañía quiere ganar más dinero, así que necesitamos enviarte al relleno sanitario.”
“Me aburro contigo, pero no se dónde ponerte… ¿tal vez en el bote de lo orgánico?”
Admitámoslo, todos hemos experimentado algo así, ya sea que alguien nos haya botado o que nosotros hayamos botado a alguien.
Velo de esta manera: en el siglo pasado, mientras la industria de los plásticos se desarrollaba y se hacía cada vez más común el usar desechables, creímos que tampoco había necesidad de quedarnos con quiénes no nos simpatizaban más.
Eso le permitió a mucha gente frustrada, liberarse de relaciones nefastas… cosa que está muy bien, pero tal vez lo llevamos demasiado lejos, al punto en que en cuanto alguien nos decepciona, nos harta o nos aburre, decimos adiós.
Y así llegamos a hoy, sintiéndonos bien de tirar todo y a todos a la basura. Por lo tanto no es sorpresa que el medio ambiente esté a punto de colapsar y que tanta gente alrededor del mundo tenga problemas de salud mental (en Canadá por ejemplo, gran parte de sus temas mentales son debido a la soledad).
¿Qué tan acostumbrados estamos a desechar las cosas o a las personas?
Dicen que hay que empezar por uno mismo, así que aquí voy y luego te toca…
Ya adquirí conciencia sobre esta “cultura desechable”, comencé a accionar, y aunque aún estoy lejos del punto al que quiero llegar, todos los días busco cambiar para bien algo, lo que sea.
Cambiar los desechables por productos eco-friendly ha sido más difícil de lo que debería ser, sobre todo considerando que las alternativas disponibles, son en su mayoría de todo menos sustentables. Frustrante.
Y con respecto a las personas… ¡pfff! eso es mucho más complicado porque hay millones de factores que intervienen en cada caso.
Cuando era chavilla, recuerdo que me era mucho más sencillo tirar a la basura a las personas. Bendito Dios ya aprendí que los problemas se pueden resolver y las diferencias se hablan y todo ello es normal! jaja. Sin embargo, cuando alguien de plano me colma, no hay vuelta atrás… Bien o mal, no sé, pero así es.
Cuando abrí mis ojos a esto de la “Cultura Desechable”, también me di cuenta que mis acciones impactan a los demás; y eso, la neta, es lo que me tiene sin bajar la guardia.
Siempre hay alguien que te dice “vi lo que hiciste, qué buena idea, lo haré también.”
Así que ¿qué hay de ti? Sigues esta onda de “tomar – usar – desechar”?… Fue fácil aprenderlo, pero ¿será imposible desaprenderlo? ¡Esperemos que no!