Trabajo en equipo. Siempre ha sido, es y será requisito, obligación, necesidad, gusto, oportunidad, martirio o como le queramos llamar; ni hablar, seres sociales somos y en sociedad hemos de vivir.
Ahora que mi vida dio un giro de casi 180°, y soy una estudiante compartiendo salón con gente más joven, que no habla mi idioma natal y que no compartimos ni siquiera el mismo background cultural, eso de trabajar en equipo ha sido tooooda una experiencia.
Una de esas experiencias fue cuando el universo dio una lección mandándome a Mr. J.
Así el escenario: tarea en parejas, una semana para terminarla. Mr. J. me propone trabajar juntos y acepto. Cabe mencionar que hasta este punto no habíamos más que cruzado palabras un par de veces.
Cuando estamos planeando el trabajo lo noto como enojado (no conmigo, sino en general), así que le pregunto qué sucede. Después de evadir la pregunta un rato, finalmente afloja la información.
Dice que siente que no encaja con nuestros compañeritos, que había intentado varias veces congeniar con ellos, salir, platicar, etc; pero que ellos solo se mostraban corteses al principio y luego no lo pelaban más.
Cuando me está contando esto, se me vienen a la mente sus intervenciones en clase que demuestran que se esfuerza mucho por salir bien en la escuela, aunque lamentablemete sus calificaciones no lo demuestran.
En esa misma conversación me di cuenta que en la mesa sobre la que trabajábamos, él tenía 7 lápices (todos con punta); le pregunté que porqué tantos, y me dijo que por si alguno le fallaba, tenía suficientes de repuesto… hmmm… demasiado raro.
Cada vez me quedaba más claro que estaba con un tipo harto, pero que también se esforzaba mucho porque esa sensación continuara. Y entonces al escucharme hablar con él… santo bofetadon del universo , de esas veces que además de la cachetada te dice: “¡¿sí de favor te escuchas?!”
Le dije que dejara de esforzarse tanto, que solo se estaba cansando y frustrando, que lo notaba tenso y enojado y que probablemente eso también lo percibían los demás y por eso no les era sencillo compaginar con él.
Precisamente ese tema de esforzarse tanto con el fin de tener razón con que determinada cosa “no es posible” es algo con lo que llevo lidiando desde que empecé la escuela. He mantenido una lucha constante por tener el inglés perfecto y lo único que he logrado es que no mejore a la velocidad que podría hacerlo si tan sólo dejara de preocuparme tanto.
La lección que me queda para trabajar y mantenerla presente es: ¿cuántas veces por estar metidos en nuestro microuniverso no nos damos cuenta de cómo están realmente las personas con las que convivimos? A Mr. J en algún punto ya lo había visto serio y aislado y lo único que pensaba era “así es él, está en su rollo”.
Y si bien es cierto que todos tenemos nuestras propias batallas, en algún punto somos muy parecidos (somos humanos y seres sociales) y justo ahí es donde la vida hace sus jueguitos.
Una vez más confirmo que el trabajo en equipo es un mecanismo más del universo para que dejemos de pensar que no tenemos nada que ver con los demás. Es así como hace más evidentes las lecciones que debemos aprender; pero nosotros, tercos, muchas veces queremos seguir creyendo que esos equipos son solo un requisito para los trabajos de la escuela, para laborar en una empresa o para jugar algún deporte.