Ya vamos para dos meses de estar viviendo en estas condiciones “distintas”. ¿Recuerdas el show del 2009 con el H1N1? Yo juré que iba a ser algo parecido y por lo tanto no pensaba darle mucha importancia en este blog o en el podcast… pero después de todo este tiempo es imposible, así que heme aquí.
Mi cerebro se siente bajo un experimento social, donde millones de emociones se potencian, y eso que a comparación de otras personas, sé que soy MUY afortunada. He notado cómo algunas cosas van cambiando conforme pasa el tiempo, la cuarentena no es igual en la semana 1 que en la 7 u 8. Cambios de humor, estrés, ansiedad, hartazgo, frustración, aburrimiento y un largo etc… hasta suena a SPM (síndrome premenstrual) pero que también le da a los hombres, ¡la neta!
Intenté dividir en etapas este asunto. Seguro para muchos será distinto dependiendo si ya solían hacer home office antes o no, si tienen hijos o no, o hasta por cosas tan simples como si ya se hacían cargo de la limpieza de su hogar o si eran de los afortunados que tenían ayuda o se lo enjaretaban todo a la misma persona ¡Esperancita!
En fin, sea como sea, hay cosas que compartimos, al final todos somos humanos y había cosas que antes de esto hacíamos de forma muy semejante, por lo tanto, tal vez te suene algo de esto:
Etapa uno: “Orita veo cómo le hago”
Todo es novedad. Tienes la enjundia suficiente para adaptar tu rutina a estas nuevas condiciones de aislamiento. Sabes que lo vale con tal de proteger tu salud y la de tu familia. Estás abierto a los cambios que implicará y no repelas.
Piensas en todo lo que podrás hacer durante esos días, como hacer ejercicio, leer algún libro, ordenar tu clóset haciéndole caso a Marie Kondo, o cocinar las recetas de Facebook que se ven re-bue-nas y que por equis o ye nunca has intentado.
Juras que será un tiempo que beneficiará a todos en tu casa… ternurita!
Etapa dos: “Los relojes en mi casa no funcionan igual, wtf”
Hay cosas en tu hogar que te resultan nuevas. Tal vez como antes no cocinabas tanto, no sabías bien cómo usar el horno o quizás nunca te habías sentado en tu sala un Martes a medio día; parece raro pero efectivamente es una sensación nueva.
Por otro lado, empiezas a batallar con tu lista de pendientes porque trabajar desde casa parece más sencillo de lo que en realidad es. Cumplir los horarios se complica y más si tus compañeros o tu jefe no están acostumbrados a esta actividad. Haces más cosas pero eres menos productivo y estás más cansado.
Y si eres del gremio de los papás… ¡ufff!! Mis respetos. Hoy los niños pasan más horas frente a alguna pantalla y se duermen más tarde. Ergo: niños aburridos y papás también estresados por esto. Sólo un recordatorio, el aburrimiento no es malo, y menos en los niños, aquí más info al respecto.
Sin embargo, en esta etapa todavía tienes algo de fe, tratas de manejar la situación y mantener el orden con el trabajo, los niños, el marido o la esposa, y las labores del hogar. Aunque te parece complicado, sigues pensando que acabarás encontrando EL modo.
Etapa tres: ¡Necesito ver caras diferentes!
Te das cuenta que vivir sin ver a tus amigos o a tu familia no está sencillo. Sientes la necesidad de ver otras caras, escuchar diferentes voces, ¡¡¡necesitas interacción distinta!!! (las juntas de trabajo por Zoom no cuentan). Por lo tanto es en este punto cuando las videollamadas con tu gente comienzan a hacerse más seguido y se convierten en un mecanismo para aliviar el estrés, ansiedad, etc.
En la cocina ya estás harto de comer siempre lo mismo así que empiezas a experimentar. Todo va bien hasta que conseguir los ingredientes del super o el mercadito no es agradable por aquello de la fila, el nervio, que si el tapabocas y que no te lleves las manos a la cara… ¡pfff!
Con respecto a las labores del hogar, finalmente se dividieron las tareas y aunque a nadie le encanta el asunto, esto permite que se mantenga el orden y la armonía.
Etapa cuatro: “¿La familia? ¿La casa? ¿El mundo?… ay ya, me vale”
Como que ya te acostumbraste a esta forma de vida. Cada vez parece más un recuerdo lejano el pasar todo un fin de semana fuera de casa, que si en el cine, o yendo a cenar a algún lado o en un centro comercial, en una reunión con los amigos, etc.
A veces ya no parece tan necesario retomar algunas de esas actividades porque de una u otra forma ya las has reemplazado con otras más, aparte ya estás notando el ahorro que ha implicado en tus finanzas. Así que por este lado podemos decir que la adaptación ha sido relativamente positiva.
Pero por el otro lado, estar 24×7 con las mismas personas, encerrados… vaya reto. Una hora están felices, a la siguiente los quieres matar, luego discuten, después se reconcilian y hasta se toman fotos y las suben con sus respectivos #Quaranteam o #QuedateEnCasa, etc… todo bien padre hasta que otra vez los odias.

Necesitas un tiempo fuera pero obvio no puedes, de hecho esa es una de las reglas de este maldito encierro: no hay tiempo fuera y no sabes cuánto durará el jueguito.
En mi caso, constantemente me pregunto ¿cómo va a afectarnos todo esto a futuro en lo personal, familiar y como sociedad? y además, dado que aún no termina el show ¿será que habrá una etapa cinco?… ¡¡¡Tun TUn TUN!!!!
No queda de otra más que respirar profundo (muuuchas vecessss) y un pequeño tip, ya ves que en estos tiempos no sobran: ¡MEDITA! no sabes cómo ayuda a mantener la paz mental.
Leave a Reply