Hay ciertas celebraciones que siempre han sido y serán fechas emocionalmente complicadas para los inmigrantes. Navidad sea tal vez el mejor ejemplo de ello.
No importa la religión, creencias o costumbres; las “vacaciones” de Diciembre son la mejor excusa para reunirnos con la familia y amigos, comer rico, etc. Por lo tanto, esa temporada resulta una gran prueba para quienes estamos lejos de nuestro lugar de origen. Inevitablemente TODO se modifica, y eso al menos al principio, duele.
He visto que la gente suele acostumbrarse con el tiempo, pero para los “recien” llegados es otra historia.
Apenas llevo dos navidades seguidas aquí y aún tengo uno que otro problemita con este ser llamado Distancia. Así que ya te imaginarás cómo estaba mi humor en esas semanas:
Uno de esos días fueron a visitarnos Mr. M y su esposa, unos amigos también mexicanos que tienen más o menos el mismo tiempo que nosotros viviendo aquí. Durante la plática Mr. M de pronto dijo:
“Este año decidimos no ir a México a pasar navidad. Decidimos que ocuparemos ese dinero para ir de vacaciones a un lugar que no conocemos; además, he estado pensando en eso de las costumbres y creo que quiero adoptar algunas nuevas.”
¡¿Cómo?!
Mr. M no estaba hablando de perder sus raíces mexicanas sólo estaba cansado de comparar lo que se hace en ambos lados.
Ahora estaba dispuesto a sumar nuevas costumbres a su vida, las de aquí; sin juzgarlas ni cuestionarlas y sobre todo, sabiendo que eso no lo haría menos mexicano o que lo alejaría de “su tierra”.
Aquí un ejemplo super simple pero super claro que él mismo me dio:
Los mexicanos tenemos la tradición de los tacos como alimento/antojo nocturno. En Canadá, aunque hay tacos, no los venden de la misma manera, no bajo ese modelo de negocio. Aquí si tienes hambre después de la fiesta o del cine, encuentras hamburguesas, pizza o hot dogs.
No hay duda de que un mexicano siempre va a preferir los tacos sobre los hot dogs, pero el estar pensando que los tacos son mejores y que las noches no son iguales sin ellos, nos lleva a que la experiencia de vivir en el extranjero sea una total pesadilla.
En ese momento lo entendí. Si sigo pensando que la navidad aquí es igual a aburrimiento, extrañamiento y sinsabor, entonces estoy condenada a estar de malas un mes al año ¡que además es el de mi cumpleaños y el de Mr. A!
Extrañar el Mexican-combo (gente + comida + lugares + clima) va a seguir sucediendo, pero eso no nos incapacita de disfrutar lo que hay en nuestra nueva ciudad.
Al final, Mr. M concluyó que tal vez el comenzar a ver las cosas de esa manera ayudaría al proceso de adaptación/establecimiento acá. Especialmente ahora que el período “wow” ya terminó y que lo que antes era la “nueva vida”, de “nueva” ya no tiene casi nada.
Ya sé, suena bien bonito, pero ¿fácil de lograr? ya veremos. Lo intentaré y te mantendré al tanto.
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