Cuando un latino llega a vivir a este país se le advierte: “no conoces el verdadero frío, espérate a febrero o marzo”.
Desde que me dijeron eso me mentalicé de tal forma que cuando se sintieron los primeros síntomas del invierno a finales de Noviembre, me repetía constantemente: “esto no es nada, take it easy”… y la verdad es que funcionó, mi cuerpo lo sobrellevaba bastante bien.
Sin embargo, conforme fueron pasando las semanas, el termómetro bajaba mientras subía la obsesión de la gente por estar al tanto del clima. Fue entonces cuando conocí a nuestro mejor amigo o peor enemigo: la sensación térmica, o cómo lo llaman aquí “Real Feel”. Esto no es más que el viento, depende de qué tan fuertes sean las ráfagas de éste el cómo sintamos la temperatura en nuestro bello (y vulnerable) cuerpecito.
Me imagino que no he experimentado el peor frío que puede haber en esta ciudad, pero acorde a cómo se pusieron de locos los noticieros, el Weather Channel, el transporte y la gente estos últimos días, tengo certeza de ya me acerqué bastante.
Por lo tanto, he aquí mi traducción al mexicano de cómo se sienten los grados centígrados invernales de esta latitud.
Hasta 5°C: “Asúuuuustame panteón!”
Con una buena chamarra aún puedes andar muy gallito por la calle, sintiendo que el frío te hace los mandados. No hace falta ropa interior térmica, te va a dar frío sí, pero si te estás moviendo (caminando), el calor que produce tu cuerpo eventualmente será suficiente para que te sientas medianamente normal. Si tienes cabello no hay necesidad de gorros u orejeras; guantes sólo si en verdad eres muy friolento.
De 4°C a 0°C: “Ok, ok, ya te voy respetando termómetro”
Igual te conviene usar camiseta debajo de tu camisa o blusa, además de la buena chamarra ya mencionada. Unas orejeras y bufanda pueden hacer la diferencia para que sientas que “no pasa nada” y los guantes son necesarios si vas a estar más de 15 minutos al aire libre. Con respecto a los pies, asegúrate de usar calcetines gruesos y que lleguen arriba de tus tobillos.
De -1°C a -6°C: “Necesito estar en movimiento para mantener la alegría”
Ya necesitarás guantes, suéter además de chamarra, nada de tenis o zapatitos, unas botas o botines con calcetines gruesos. El gorro aún es opcional. Las orejeras y bufanda ya son parte de las cosas que cargas diario antes de salir de casa.
De -7°C a -13°C: “Camina más rápido, ya quiero llegar”
Aparecen síntomas como la nariz roja y la punta de los dedos frías si tus guantes no son muy buenos y el humito al hablar se vuelve constante pero moderado. Ya no basta con botas equis y calcetines, necesitas de esas botas caras forradas que ya vienen con etiqueta especial de aguante de temperatura; mismo caso con la chamarra. Dado que ya es común la existencia de nieve y/o lluvia, necesitas que todo sea waterproof. Paralelo a esto, empiezas a tener ideas acerca de que ser gordito es una bendición y que sacar las cervezas al exterior es más eficiente que tu refrigerador.
De -14°C a -18°C: Uno que otro oriundo ya te dice “Hace frío”
Los labios se pueden dormir y entonces hablarás lento. No hay manera de salir sin ropa térmica debajo si es que vas a estar en la calle buen rato. Ya no te pones chamarras cortas, ahora a como dé lugar buscas una que te cubra de menos la cadera, las botas mientras más arriba te lleguen eres más feliz. Comienzas a ver cada vez más mujeres con chamarras que llegan hasta los tobillos, que aunque se ven espantosas, no dudas en que deben ser la gloria.
De -18°C a -25°C: No soy mujer “lomo plateado”, soy “lomo de felpa”
Tienes puestas tantas capas de ropa que pareces osito de felpa. Sientes el recorrido del aire frío desde la nariz hasta tu pechito. Por supuesto las manos, orejas, cabeza, cuello y tobillos, no pueden estar expuestos ni por equivocación. Los gorros de las chamarras mientras más grandes mejor, pues protegen un poco tus cachetes también. En mi caso, presento una ventaja extra: el underwear afelpado hace que mis piernas se vean más gorditas. Por otro lado, o traes manos libres o te olvidas del teléfono; hace unos días contesté una llamada estando a -23°C; esos 4 minutos sin guante derivaron en dos dedos quemados que se tardaron en recuperar por completo como 10 minutos. El humito al hablar es intenso.
De -26°C a -35°C: Mi guante es la bolsita que guarda mi dedo caído
Demasiado tarde, las ideas se bloquean, sólo puedes pensar en el frío, en el aire sintiéndose como navaja cortándote la cara, evitas respirar profundo para que no se congele tu alma. Deseas haber sido tan valiente y valemadrista de tu aspecto como para haberte puesto pasamontañas. Piensas que las 1000 capas de ropa que traes no son suficientes. Tu gorro, orejeras, guantes, parka (nombre de las chamarras para el invierno machín) y tus botas, son un gran equipo, lamentablemente tampoco son suficientes como para hacerte sonreír. Punto bueno: seguro quemas el doble de calorías porque, entre otras cosas, el peso de toda la tela que traes puesta es más de lo que pesas tú.
A partir de los -36°C: Desconozco, seguro es semejante a estar muerto en vida.
Sin embargo, por extraño que parezca el enfrentarte a temperaturas cercanas o pasadas los -30°C, además de generarte un shock físico y mental, tiene una enorme ventaja: cuando el termómetro sube aunque sea 6° o 7°, sientes como si hubieran subido 15° o 20°. Recuperas la alegría, disfrutas la calle… y eso que aún sigues por debajo de los 0°!
Por supuesto esta experiencia invernal es muy distinta para los lugareños. Tienen varias costumbres y cambios de humor curiosos en esta temporada del año; no sólo la ya conocida tolerancia o insensibilidad a las bajas temperaturas, su comportamiento vial deja mucho que desear, su actividad física y su alimentación cambia e incluso tienen un día en específico al que consideran el “día más triste del año”. De todas estas cosas y más, te platicaré en la siguiente entrada de Into·it.
¡Sigue disfrutando tu invierno!