Un día despiertas y ya no hay pretexto que valga, lo que siempre te ha dado vueltas en la cabeza debes ponerlo en marcha YA.
De las pocas certezas que tenemos, además de la muerte, es que la vida sólo se vive una vez; y el planeta tiene tantas culturas, escenarios, climas e historias, que ¿porqué habríamos de usar nuestro único boleto viendo y conviviendo siempre con lo mismo? Eso no es exprimir lo que el mundo nos da.
Desde niña tomé conciencia de eso, mi papá siempre me ha platicado sus experiencias viajando por el mundo; seguro eso influyó en que creciera soñando con conocer tantos lugares y personas como lo ha hecho él.
Sin embargo, el tiempo pasó, evidentemente ése no era mi único sueño, así que me subí al barco del “Ahí luego veo” que navega por el mar del “Al fin que ya voy encarrerada en esto otro”.
Un día me encontré terminando la carrera, trabajando, independizándome, luego me casé, seguí trabajando y un día: ¡PUM!… Me di cuenta que si seguía en esa dirección un día tendría hijos, una casa, y habría llegado al puerto de “Me quedé con las ganas”.
En ese momento todo cambió. Le puse pies y cabeza al plan… al Plan C (mismo del que te platicaré a detalle más adelante, ¡vieras cuántas cosas me ha llevado a reflexionar!).

Esta historia la he escuchado mil veces, obvio no sólo de quienes añoran viajar, también en aquellos que quieren poner un negocio, practicar algún hobby, estudiar determinada carrera, etc. La cosa es: ¿porqué posponemos? ¿porqué nos vamos a lo seguro? ¿porqué nos dejamos llevar por la cotidianidad? ¿porqué no nos atrevemos a trabajar por lo que realmente queremos? ¿qué miedo es más fuerte que el de encontrarnos frustrados en el futuro? ¿miedo a fallar? ¡pero si así ya estamos fallando!
Creo que cuando menos lo esperamos a todos nos llega ese día de “¡PUM!”, es decir: ese bendito momento en que la desidia y los miedos se revierten, ahora el miedo más fuerte es el de seguir viviendo “a medias”.
¿Te ha pasado?
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