De mujeres, minorías y “días internacionales”

Creo que mientras más atención mediática haya sobre un día “feriado”, más hay que poner atención a la razón por la que se decidió señalarlo en el calendario. Tú sabes cómo las marcas se aprovechan de esas fechas y hacen campañas publicitarias millonarias aunque muy poco aporten a la necesidad profunda.

En marzo hablan sobre los aportes y la importancia de la mujer, en mayo nos hacen llorar con sus videos sobre lo incansables que son las mamás, en junio les encanta decir que son pro LGBTQ+, en diciembre ensalzan el valor de la familia, la unión, la paz y bla.

Y aunque al ver sus videos y carteles nos conmovamos, les demos su respectivo like y hasta terminemos comprando sus productos, la realidad es que en muchas ocasiones son ellos mismos quienes pasan por alto los aportes de las mujeres, difícilmente permiten que una mamá descanse, ven como bichos raros a las personas de otra preferencia o identidad sexual y fomentan un ambiente donde la unión y la paz se perturban.

El engrane invisible

Hace unos meses me encontraba buscando un nuevo trabajo, revisaba vacantes y casi todas las descripciones al final incluían un texto que hablaba sobre la política de la organización de ser incluyente, que daba la bienvenida a personas con alguna discapacidad y/o miembro de alguna minoría. Llegó un punto donde empecé a notar que era casi copy-paste del mismo párrafo en todas las vacantes. Sentí que estaba viendo una pieza más del gran engrane de buscar promoverse como “justos”, “modernos”, “amigables”, etc.

Como soy bastante clavada, googleaba a la empresa en turno, veía su página de internet, entraba a LinkedIn, leía reviews en Glassdoor y oh sorpresa nada sorprendente 😦 …. La gran mayoría de las compañías tenía a hombres blancos en sus puestos de liderazgo, las prestaciones y condiciones de trabajo eran iguales para todos sus emplead@s y el “trabajo remoto” lo venden como si fuera un beneficio.

Primero pensé “¿porqué me sorprende? si es bien sabido todo este asunto de la disparidad salarial, lo complicado que es ascender de puesto para cualquiera que no sea hombre blanco o de clase social acomodada, y ni qué decir si eres mujer y se te ocurre tener familia.”

Y luego dije “¡Prefiero que me siga sorprendiendo!” Qué bueno que me incomoda y hasta me enoja. No quiero normalizarlo ni dejarlo de notar.

Y entonces ¿qué hago?

Obvio soy una más de los que queremos ajustar esta realidad en la que aún hay un grupo de individuos que sólo por haber nacido con ciertas características, tienen más fácil acceso a decidir el rumbo de la sociedad.

Estoy a favor del activismo para defender las causas necesarias en el mundo, y he de decir que entiendo el activismo de una manera mucho más amplia que el salir a marchar, trabajar en una ONG, o postear incesantemente en las redes sociales. Activismo para mí implica las acciones diarias, el poner atención a tus prejuicios y cuestionártelos, cuidar el contenido que consumes y compartes, la manera en la que te expresas, el investigar antes de opinar o comprar, los valores que le inculcas a tus hijos, el ambiente que promueves en tu trabajo, y el ocuparte de tener una relación saludable contigo y con las personas de tu entorno.

Leo esto último y siento que suena hasta romántico. Suena utópico porque es MUY complicado conducirnos así mientras lidiamos con la frustración constante al ver tantas injusticias a las que no se les ve solución pronto, es como si las tuvieran blindadas. Es entonces cuando el enojo y la impotencia surgen y aplastan nuestro ser de paz, luz y amor.

En medio de esa mezcla de sentimientos ¿¡qué carajos?!

Respirar profundo, traer al frente los avances que ha habido, y recordar que somos much@s compartiendo el mismo objetivo de tener un mundo en el que ser parte de la “minoría” no implique derechos y oportunidades menores.

Justamente es por esto que tengo mis reservas hacia el término de “minoría”. Me enoja porque casualmente se considera “minoría” a la mayoría. En la ciudad en la que vivo, menos del 50% de los habitantes son personas blancas, y hombres blancos son menos, obviamente. No hace falta hacer las matemáticas para saber que a nivel mundial la situación es semejante.

Me parece una palabra mal empleada cuyo significado puede impactar la manera en la que nos percibimos, ¿soy alguien menor? o ¿realmente soy parte de una minoría considerando que la mayoría de las personas en este planeta tenemos que luchar por nuestros derechos y oportunidades todos los días?

Y allá voy otra vez: respirar profundo, y recordar que no soy la única, de hecho, somos mayoría.

Gracias por leer. 🙂

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